El aislamiento de Yayoi Kusama

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Yayoi Kusama es famosa en todo el mundo desde hace décadas por sus polémicas y extrañísimas obras siendo una artista y escritora japonesa, precursora de los movimientos del arte pop, minimalismo y arte feminista. Sin embargo Kusama es también muy conocida por su difícil historia personal. Ella misma la explica: nacida en una familia japonesa tradicional, de clase media provinciana, con una madre feroz que le hacía seguir a su padre cuando se iba con sus amantes geishas –para luego obligarla a describir las escenas de sexo presenciadas y descargar sobre ella la ira, Yayoi quedó aterrorizada del sexo durante toda su vida y muy traumatizada desde pequeña. “Comencé a sufrir alucinaciones visuales y auditivas desde chica”, comenta la artista en “La red infinita”, su autobiografía. “Veía auras alrededor de los objetos o escuchaba hablar a los animales y plantas.”

Respecto a su visón de la felicidad afirmó en una entrevista. “Me siento feliz cuando realizo mis obras, cuando escribo poesía y pinto cuadros. También me siento feliz cuando contemplo el cielo azul, observo el mar abierto o conozco personas maravillosas. Agradezco el momento en el que siento que puedo aportar algo a la sociedad y puedo comprometerme con ella como artista”.

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La solitud es algo muy presente en su cotidianidad “Sí, me siento sola todos los días. A pesar de haber luchado a través del arte durante varias décadas, me siento asaltada por una gran soledad cuando pienso que pronto llegará mi muerte, y que ése es mi fin como ser humano”.

Durante su existencia, también cuando era pequeña, pensó varia veces al suicidio y para salir fuera de esa idea empezó trabajar en el arte. “Hago mis obras para sobrevivir al dolor, al deseo de muerte; pero luego el dolor vuelve a mí una, y otra, y otra vez. Sigo, todavía, en ese proceso de repetición. Pero voy a mantenerme luchando, y voy a darme cuenta de que la lucha terminará, en un instante: sólo cuando me llegue la muerte”.

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La experiencia no solo artística si no también personal se pasó a principios de los sesentas cuando se mudó a Nueva York donde se convirtió en un elemento fijo del avant-garde y expuso junto a otros artistas como Andy Warhol, Claes Oldenburg y George Segal. Sin embargo, cuando realmente llamó la atención fue al organizar una serie de happenings en donde pintaba a personas con lunares brillantes. “Es parte de su práctica de “autoborramiento”, explica Larratt-Smith. “Cada lunar es un rostro en el Cosmos y expresa, para Kusama, un deseo de paz”.

A finales de los años 60, el potente movimiento sociocultural que experimenta la escena norteamericana se apodera del espíritu de Yayoi Kusama. Ella lo abandera creando obras en el campo del happening, las manifestaciones antibelicistas y la moda. También comienza a realizar películas a medio camino entre la cinematografía, el autorretrato y el arte, entre las que destaca Kusama Self-Obliteration (La autodestrucción de Kusama).

https://www.youtube.com/watch?v=JQgZsDbrhxA

Este filme obtuvo numerosos premios y supuso un paso de gigante para el reconocimiento artístico a nivel mundial de una artista tan innovadora como interesante.

1973 es el año del retorno de Yayoi Kusama a su Japón natal. Su talento se despliega entonces en múltiples facetas; desde la ya reconocida plástica, hasta la recién descubierta literaria. En 1983, su novela “La cueva de los estafadores de Christopher Street” gana el 10º Premio Literario para Autores Noveles de la revista Yasei Jidai. Los 80 son la década de las primeras grandes exposiciones de la artista, a nivel mundial: su obra viaja al Museo de Bellas Artes de Calais (Francia), a Nueva York y a Londres. Viajes que culminan con la presencia en 1993 en la Bienal de Venecia, donde su Jardín de Narcisos (fuertemente influenciado y promovido por el artista Lucio Fontana) habla al espectador acerca el narcisismo vital de la creadora utilizando como lenguaje su pasión por las flores, los espejos y las formas esféricas e infinitas.

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Aunque Kusama no fue invitada de manera oficial a la Bienal, el apoyo moral y financiero de Fontana (y una autorización firmada por el presidente del Comité) permitió a la artista montar la instalación, formada por 1500 globos de plástico metalizado, en el exterior del Pabellón de Italia. En la obra colocó dos carteles: “Narcissus Garden, Kusama” y “Your Narcissium For Sale” (Tu narcisismo, a la venta). Vestida con un kimono dorado y plateado, vendía las esferas plateadas a los asistentes a cambio de un dólar, acompañadas de comentarios halagadores sobre su trabajo. De esta manera, la obra se convierte en una crítica acerada a la comercialización del arte y su posición como objeto mercantil. Tras la experiencia, a partir de 1994 Yayoi Kusama empieza a trabajar en la creación de instalaciones y esculturas al aire libre.

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Convertida ya en artista mundialmente reconocida y tras ver su obra recreada y expuesta en los mejores museos de todo el mundo, hoy Yayoi Kusama reside en un hospital psiquiátrico por voluntad propia. De él sale para trabajar en su estudio y continuar comunicándose con sus antiguas pesadillas, origen primigenio de su inquieta (y siempre dinámica) obra.

Si algo caracteriza a las obras de Yayoi Kusama es, sin duda, su intensidad. La artista, prolífica e innovadora, otorga una vida casi sufriente a todas sus creaciones. Desde sus primeras piezas, donde ya se percibía la presencia de la alucinación mental como parte indesligable de la estética, las obras de Kusama atrapan al espectador y le arrastran a una corriente de pasiones.

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Yayoi Kusama es toda una leyenda del arte contemporáneo que a día de hoy continúa pintando sus sueños. Y por supuesto, sus pesadillas. Tan terribles, tan atractivas y fascinantes como las de todos.

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